PROYECTO ENVERO
En una estrecha calle de la ciudad de Valencia se halla el taller -que es vivienda también, ¿ o acaso acoge la vivienda al taller? – de Cristina Navarro. En ese espacio común, Cristina se presenta imbuida en una labor ya de años que la conduce a la búsqueda de un fondo, cual cimiento y un orden, como disposición, al paisaje de las cosas. Las telas sobre las que pinta, se presentan por tanto como un juego ordenado de símbolos, alcanzando la memoria de un niño que aprendió a comer la sopa divertido con las letras de pasta de harina que bailaban en sus aguas hechas caldo.
De ese modo errático se transforma el dulce color sobre el que navegan las señales de los cuadros de Cristina, hecho sustancia que acoge en círculo o deja resbalar al vacío, iconos geométricos, representaciones de formas de vida que van de lo celeste a lo térreo, partículas de creación universal.
Así pues, más allá de la evidencia que vemos, surge ante nosotros una vida compuesta de elementossustanciales, cerrada en un lenguaje jeroglífico, pero que entreabre una puerta al ser universal.
Antonio Zafra. Baena 2004.
UNA CONVERSACIÓN
Círculo: “Los círculos aparecen en mi trabajo en una serie denominada Agalma, que comencé en 1990. En Proyecto Envero he utilizado el círculo de una forma distinta. Para mí la cultura mediterránea es una cultura cerrada y circular. Cuando hablo de cultura cerrada pienso en una cultura que puede recibir incursiones, y que estas pueden enriquecerla, pero que no podrán cambiarla. Bajo cultura circular entiendo un círculo de culturas entrelazadas y unidas entre sí. Son estos dos aspectos que asumimos como algo que se da por hecho en lo mediterráneo.”
Color: “Creo que la elección del color es ancestral. Podemos creer que procede de una memoria personal, pero es algo transmitido… Lo que si es verdad es que al pintar, hacemos un análisis más consciente del color. Existen ambigüedades. El color del sol es el color del aceite. Los colores de ‘Mare Nostrum’ – el mar y el cielo – pueden ser iguales.”
Pintar: “Cuando pinto puedo intuir más o menos dónde empiezo y donde voy a terminar, pero no soy consciente de lo que está sucediendo durante este proceso. Cuando observo las pinturas de Proyecto Envero, por ejemplo, puedo ver que estaba descubriendo algún sentido de unión y diversidad, aunque al mismo tiempo no era consciente de ello… Bueno, por ejemplo, había perfilado cada símbolo de forma que quedaban separados cada uno con su propia identidad, pero también estaban todos vinculados entre si.”
Proceso: “El elemento fundamental en mi preparación para estas pinturas fue el descubrimiento de que el aceite de oliva desempeñaba un papel muy importante en la cultura mediterránea. Le aportó riqueza y comercio y simbolizó la bendición. Cuando digo riqueza, no sólo me refiero al bienestar económico –me refiero al intercambio cultural. El aceite de oliva fue importante como símbolo de bendición en todos los rituales desde el nacimiento hasta la muerte. En la vida cotidiana, el aceite de oliva era la luz. Esto es algo que olvidamos. Otra cosa importante para mi fue descubrir que, en muchas culturas, el trigo se percibía como un regalo de los dioses. Toda esta historia me atraía y me interesaba mucho por lo cual me informé todo lo que pude antes de empezar a dibujar.”
Símbolos: “En mis pinturas más tempranas contaba historias anecdóticas, íntimas, personales de una forma figurativa. Con el paso del tiempo me di cuenta de que las experiencias eran más generales y compartidas. Eso, unido a mi atracción por el arte de las culturas primitivas – que utilizan muchos símbolos – hizo que surgiera esa amalgama. El lenguaje que utilizo surgió de forma espontánea en varias fases, como una necesidad de relacionar mis mundos: interior y exterior. Sin duda alguna fue influida, también, por una exposición importante de Paul Klee que se celebró en Berna por el centenario de su nacimiento.”
Ceuta: “El hecho de crecer el Ceuta no influyó en el contenido de mi obra. Pero cuando era joven fui consciente de estar respirando una especie de amalgama de culturas. Recuerdo los colores y los sombreros que llevaban las mujeres del Riff así que la sobriedad de la vestimenta del hombre que venía a vendernos huevos. Viviendo allí uno sentía respecto por las otras culturas que eran parte de nuestra vida cotidiana. Creo que, de algún manera, tal infancia en Ceuta me inculcó un sentido de obligación moral de ser culturalmente abierta.”
Extractos de conversaciones con Vicky Hayward, en torno al Proyecto Envero. Valencia, 2005